A Chari y Francisco José Cruz
En esta misma calle, pero antes,
a bordo de mis veintes,
de noche en noche, con tabaco y lámpara,
escribía poemas.
Alrededor la multitud dormida
soñaba con dinero
y alguna que otra estatua recosía
el azul de su sombra.
Nunca supe qué duende a mis espaldas
- volátil e insistente -,
fijos los ojos me seguía
frase por frase y letra a letra.
No, no era aquel azul casi corpóreo
arrancado del mármol,
ni mi ángel de la guarda anochecido
y en ardua vela
Ni tampoco un espectro hamletiano,
veraz hasta el misterio,
ni ninguna presencia subitánea
de aquella época.
Nada de nada ni de nadie,
sino yo mismo, yo mismísimo.
Pero no aquél de entonces: - éste
que cifra ya sesenta,
- éste era el duende...
El que vive aquí vuelve buscándome de jóven
en esta misma calle, a medianoche,
y me llama
y no es sueño.
(Inédito) - Eugenio Montejo
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